El cuerpo del menor fue hallado hacia las 4:00 p.m. de este jueves en zona rural de Segovia. Por el caso hay seis personas capturadas, señaladas de pertenecer a una secta satánica conocida como Los Carneros.

Maximilano Tabares completa ya 36 días desaparecido, pues se desconoce rastro de él desde el pasado 21 de septiembre cuando, según un primer testimonio de Sandra Patricia Caro, madre del pequeño, salió a la tienda a comprar lo del desayuno y jamás volvió. Sin embargo, ese día a las profesoras de la escuela donde estudiaba les aseguraba que estaba enfermo y por eso no podía asistir.

Ese contador podría detenerse este jueves 27 de octubre, pues un testimonio (precisamente de la mamá) bastó para dar con el paradero de un cuerpo que podría ser el del menor de seis años. A las cuatro de la tarde, las autoridades encontraron el cadáver enterrado en una fosa de la vereda Cuturú Alto, del municipio Segovia, donde vivía Maximiliano.

Este caso, tan enigmático como escalofriante, está rodeado de más preguntas que certezas: una secta satánica, una promesa de encontrar una guaca, muñecos vudú y libros de esoterismo integran la historia que puede terminar con el pequeño enterrado con el conocimiento de su propia mamá. Infobae Colombia reconstruye cada una de las escenas de este suceso.

21 de septiembre: desaparece Maximilano

A las 7 de la mañana de ese miércoles, las profesoras de la escuela donde el pequeño iba a aprender se extrañaron por su ausencia. Mientras tanto, Sandra Patricia les decía por WhatsApp que no podía asistir porque supuestamente estaba enfermo. Ellas decidieron creer hasta que empezaron a ver en los noticieros que en realidad estaba desaparecido. Ya la madre era vista como la principal sospechosa no solo por el hecho de convivir con él, sino por mentirle a las maestras.

La mamá de Maximiliano insistía en que “Le dije —al niño— que saliera a conseguir unas arepitas con algo para hacer el desayuno. Yo lo acompañé hasta la puerta, vi que él llegó de la esquinita de la tienda, porque la tienda no está lejos; yo me vine a montar la aguapanelita, cuando yo vi que pasaron dos minutos y nada, yo me asusté y ahí mismo salí a la tienda, pero todo estaba cerrado, nadie por ahí ni el niño ni nada”.

Ese mismo día, las autoridades iniciaron la búsqueda del niño en el municipio.

2 de octubre: más dudas que respuestas para las autoridades

Sandra Patricia llegó a afirmarle a la Policía que había recibido una llamada en la que le indicaron que el menor estaba retenido por un grupo ilegal. Al mismo tiempo, ella escribía en su perfil de Facebook que le hacía mucha falta su hijo. “Que esas personas de mal corazón que te arrancaron de mi lado se arrepientan y te traigan de vuelta”, escribió.Desde el pasado 21 de septiembre (fecha de la desaparición del menor) la madre de Maximiliano Tabares pedía a su hijo de vuelta, pues había (supuestamente) desaparecido.
FOTO: FacebookDesde el pasado 21 de septiembre (fecha de la desaparición del menor) la madre de Maximiliano Tabares pedía a su hijo de vuelta, pues había (supuestamente) desaparecido. FOTO: Facebook

Mientras tanto, la comunidad segoviana realizaba velatones todos los días y hacía pancartas a modo de ruego para que, quien lo tuviera, devolviera al pequeño.

Un día después (lunes 3 de octubre), llegó al municipio un grupo especializado del CTI de la Fiscalía General de la Nación para esclarecer en el menor tiempo posible qué le ocurrió a Maximiliano y dónde estaba ubicado. La Gobernación de Antioquia ofreció una recompensa de 60 millones de pesos a quien entregara información sobre su paradero. Por otra parte, se empezaba a sentir un malestar dentro de la comunidad contra Sandra Patricia.

De acuerdo Daniel Parada, director seccional de la Fiscalía en el departamento, los habitantes intentaron lincharla, pues empezaron a sentir que ella era cómplice de la desaparición del niño. Por ese motivo, fue reubicada.

20 de octubre: capturan a los implicados, incluyendo la mamá

En ese punto de la investigación, la Fiscalía tenía conocimiento de que el niño había sido sacrificado por una secta satánica conocida como Los carneros. Con eso, se cayó la versión de la madre que afirmaba un posible secuestro por un grupo armado. En cambio ella, su marido (el padrastro del pequeño), la abuela y tres personas más tuvieron encima los ojos de las autoridades, pues eran los principales responsables del rapto. Todos fueron capturados entre Bello y Segovia.

Las pesquisas también arrojaron que el padrastro de Maximiliano había convencido a sus más cercanos de que el menor estaba “poseído por un espíritu” y que por eso había que sacrificarlo. Incluso, de acuerdo con Los carneros, este era un obstáculo para que ellos pudieran encontrar guacas con oro en Remedios (Antioquia).

Sumado a eso, en las inspecciones realizadas por el CTI en la casa del menor encontraron cuadernos, libros de esoterismo, muñecos vudú, sustancias que fueron relacionadas con bebedizos. Las piezas del rompecabezas fueron armándose y los detenidos fueron imputados por los delitos desaparición forzada, concierto para delinquir, tortura agravada, encubrimiento por tortura y lesiones personales con deformidad permanente.

El juez del caso decidió enviarlos a la cárcel, pues cuatro de los seis implicados no aceptaron los cargos.

27 de octubre: Sandra Patricia entrega las coordenadas del paradero del menor

Sandra Patricia le dijo a las autoridades, en una declaración informal, que “el niño está enterrado en la vereda Cuturú Alto”. De inmediato, unidades de la Policía y Fiscalía acudieron al lugar y sobre las 4 de la tarde fue encontrado el cuerpo sin vida de un menor de edad que podría corresponder al de Maximiliano. Sin embargo, el gobernador Aníbal Gaviria dijo que, en efecto, los restos sí son del niño.

Se hallan los restos de Maximiliano después de toda esta situación tan horrorosa y tan dolorosa (…) En cierta medida termina esa angustia, termina esa zozobra de la gente de Remedios, de la gente de Segovia, del Nordeste”, indicó el mandatario. Pese a su declaración, se espera un dictamen oficial para confirmar la identidad del pequeño.

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