El presidente Gustavo Petro lleva una semana con el borrador de la reforma a la salud en su despacho. Por ahora se sabe que las EPS, que son la columna vertebral del sistema, desaparecerían, según lo planteado por el comité de impulso de la reforma, el cual está integrado por organizaciones de la sociedad civil, como el colectivo Médicos Unidos de Colombia.

Los cambios en el sistema que están incluidos en este borrador del proyecto –que está siendo estudiado por el Presidente y su equipo jurídico– se condensan en cinco puntos que giran en torno a un fin: que el Estado recupere la rectoría del sistema.

EPS dejarían de administrar recursos públicos

En diálogo con EL COLOMBIANO, Ana María Soleibe, miembro del comité de impulso de la reforma, explicó las razones por la que las entidades prestadoras de salud se eliminarían: “el fracaso de las EPS”, dice Soleibe, es la principal. Para ella, “no han cumplido con los requisitos de ley, a pesar de que se les ha dado gabelas para cumplir con la sostenibilidad financiera, pero eso no se ha dado y pone en peligro el aseguramiento de los afiliados”.

Ante esto, Soleibe lanza dos preguntas: “¿Vale la pena seguir transfiriéndole a operadores privados recursos públicos que han sido desviados? ¿Para qué seguimos sosteniendo un modelo cuyas cuentas están en rojo siempre?”.

Creación de un sistema nacional único

Según Soleibe, quien además es médica, este modelo busca que se recolecten los datos de todos los afiliados, en donde se encuentren los procesos médicos y las historias clínicas de cada persona.

En ese sentido, se busca que los pacientes que necesiten acceder a los servicios de salud puedan acercarse a un centro de atención, IPS, hospital o clínica para inscribirse y de esta manera esos establecimientos se encarguen de la atención y de las solicitudes de medicamentos, exámenes, cirugías y tratamientos.

Paso a un modelo preventivo y predictivo

Con la premisa de que el actual sistema de salud está enfocado en la atención, la pretensión del borrador de reforma es que se cree una red de servicios integrales con la que se recuperen los médicos de familia y que les dé importancia a los factores sociales que le permitan a los ciudadanos tener un desarrollo y un estado de salud sano, además de que se apueste por un sistema enfocado en la predicción y la prevención de las enfermedades.

“Queremos es que se cambie la ética corporativa en favor de los rendimientos financieros del sistema y se piense en la vida de las personas”, anota Ana María Soleibe.

Condiciones de los profesionales de la salud

“Yo he sido trabajadora de la salud y sufrí mucho en este trabajo y he visto sufrir a mis pacientes, porque es un sistema asfixiante”, dijo Soleibe.

Así resume la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud, tanto en términos salariales como en términos contractuales, que les aseguren condiciones justas y estables para su capacitación y formación.

Cambios en la Superintendencia y el Invima

En este punto, la reforma pretendería darle más dientes a la Superintendencia de Salud, para que haya un mayor control y vigilancia sobre el sector y una capacidad de respuesta inferior a 72 horas de la entidad. En palabras de Soleibe: “Una Superintendencia descentralizada y resolviendo rápidamente”.

En cuanto al Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), la pretensión es que haya una política de evaluación de tecnologías que cada dos años esté investigando los lineamientos en la política farmacéutica y de evaluación de tecnologías.

Ni Ferrari ni Twingo

El médico y profesor de la Universidad Javeriana Camilo Prieto versa la frase de la canción de Shakira para referirse al sistema: “No somos un Ferrari pero tampoco un Twingo”, así hace un simíl de las virtudes y los grises del actual sistema de salud que el Gobierno quiere cambiar.

Pero más allá de esto, lo concreto es que cuatro expertos consultados por EL COLOMBIANO coincidieron en una misma preocupación sobre los visos de reforma que mencionó Ana María Soleibe sobre la eliminación de las EPS: ¿quién asumirá sus funciones?

Así lo dijo el doctor Prieto, quien recordó que las EPS, además de tener un papel de intermediación financiera, tienen una función de gestión de los riesgos financieros y epidemiológicos: “Pareciera que esas gestiones se harían con las capacidades operativas de los territorios, cuya capacidad es inferior a las de las EPS, lo cual podría fragmentar los recursos para la salud y volver ineficiente el sistema”.

Por su parte, para el investigador del Departamento de Salud Global de la Universidad de Harvard, Johnattan García, esta idea “resulta complicada de hacer, porque un hospital tendría que construir una red gigantesca de interacciones con otros hospitales, que es complicada de realizar”.

A su vez, el profesor del Instituto de Salud Pública de la Universidad Javeriana, Enrique Peñaloza, señala que si se eliminan las EPS “se requeriría de un agente que cumpla sus funciones y sería un salto al vacío pensar que las puedan sustituir las entidades territoriales, pues no hay una institución que pueda hacerlo”.

En ese sentido, el profesor de Economía y experto en salud de la Universidad del Rosario, Paúl Rodríguez, advierte que ese traslado de tareas podría terminar en que la entidad que las asuma “no tenga infraestructura tecnológica y administrativa para ordenar los servicios, y eso va a costar muertos mientras aprende a realizarlas”.

En cuanto al cambio de enfoque a un modelo preventivo y predictivo, hay coincidencias en que es necesario y que el sistema actual es patocéntrico (orientado a la enfermedad), pero advierten que esto no se logrará con la eliminación de las EPS ni poniendo sus funciones en manos de los equipos territoriales.

Si bien estos trazos hacen parte de un borrador que está en el escritorio del Presidente, da luces sobre lo que podrá empezar a debatirse desde febrero en el Congreso, con un texto completo y las cartas sobre la mesa.

Sin embargo, queda en algunos expertos el tufillo de que se parte de que Colombia tiene uno de los peores sistemas de salud del mundo, aun cuando este sea considerado por la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas como el sexto mejor del continente y que la cobertura sea del 99,35 % (cuya mayoría está en el régimen subsidiado).

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