Más de la mitad (56%) de los estadounidenses no cree que las elecciones vayan a llevarse a cabo de forma libre y equitativa, según una encuesta de octubre de NBC News.
La pandemia, la polarización y la crisis de confianza en el Gobierno han creado un coctel peligroso en estas elecciones en EE.UU., marcadas por desafíos que van desde la posible injerencia extranjera al potencial tanto de violencia como de espejismos en el recuento que generen dudas sobre el resultado.
Los temores a que el gran volumen de voto por correo alargue el recuento, espolee denuncias de fraude de una o las dos campañas y genere un estallido de tensión se enmarcan en un caldo de cultivo explosivo, caracterizado por un aumento de la polarización a raíz de la crisis de la COVID-19 y las protestas contra el racismo.
“Estados Unidos está en un punto frágil. Estamos volviendo, desafortunadamente, a una era más temprana en nuestra democracia, una era menos marcada por la fuerza de nuestras instituciones”, afirmó la experta en democracia en el centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace, Rachel Kleinfeld.
Trump y la adulación de las masas
Después de tres meses confinado en la Casa Blanca y criticado por su gestión de la pandemia, Trump se empeñó en junio pasado en volver a su lugar seguro, al sitio donde más a gusto se ha sentido desde que llegó al poder: el podio de unos mítines donde miles de personas gritan que quieren cuatro años más con él.
Quizá porque su primer baño de masas pandémico tuvo lugar en un estadio semivacío de Oklahoma, su campaña pronto identificó un escenario que no volvería a decepcionar a Trump, las pistas de aterrizaje de los aeropuertos de todo el país.
Desde entonces, el imponente Air Force One ha trasladado al asfalto de cada estado clave a un Trump sediento de atención, que en uno de esos actos llegó a bromear con que le encantaba el nuevo formato, porque podía llegar e irse de los sitios sin interactuar demasiado con los votantes a los que busca convencer.
Ni siquiera la COVID-19 pudo con esa adicción del presidente, y apenas pausó su agenda durante 12 días cuando contrajo la enfermedad que ha amenazado su reelección.
“Me siento tan poderoso”, clamó el mandatario republicano al volver a la campaña a mediados de octubre pasado en Florida, donde miles de personas lo esperaban aglomeradas y con pocas mascarillas, cuyo uso no es obligatorio en los mítines del gobernante.
Biden y la prudencia expectante
El equipo de Biden confía en que eso sea así, y su estrategia de campaña está diseñada para ilustrar su mensaje de que Trump ha sido imprudente en su gestión de la pandemia, mientras que su rival demócrata se dejaría guiar por la ciencia.
El exvicepresidente tardó mucho más que su contrincante en retomar los actos en persona después de la pandemia: hasta septiembre no empezó a programarlos regularmente, y sus primeros mítines congregaban a poca gente, separada en círculos pintados en el suelo para asegurar el distanciamiento.
Luego decidió imitar el formato del clásico autocine, y programar mítines a los que los asistentes podían llegar en sus automóviles, aparcar a distancia del resto y escuchar a Biden, a su compañera de fórmula, Kamala Harris, o al expresidente Barack Obama con las ventanas abiertas o por la radio.
Los aplausos se reemplazaron por golpes de claxon, y Trump no tardó en reírse del nuevo sistema. “Gente en vehículos, no lo entiendo. Es un público enano, se oyen un par de bocinas y ya”, comentó durante un mitin el pasado 24 de octubre.
A la campaña de Biden no le preocupan las críticas del presidente, pero a algunos demócratas sí les inquieta que el contraste con Trump pueda reforzar la idea de que su candidato tiene poca energía: a menudo, el presidente tenía varios mítines en un día mientras la agenda pública de su rival estaba vacía.
Por delante en las encuestas desde hace meses, Biden ha apostado por viajar esporádicamente a estados clave como Pensilvania y Michigan, enviar a Harris a otros más lejanos como Arizona y Texas, y dejar que el presidente se desgaste en sus constantes mítines, que ya no atraen tanta cobertura mediática como en 2016.
“Cuanto más habla Trump, más votos pierde. Va a ser el primer presidente que haya perdido su cargo por hablar”, aseguró la semana pasada un estratega del partido Demócrata, Chris Kofinis, a la cadena de televisión NBC News.Guía de los estados claveLa elección de hoy en Estados Unidos entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se decidirá en un puñado de estados considerados clave.
Esta es una guía de los estados clave para la noche electoral.
El sistema electoral estadounidense se basa en un cuerpo de 538 compromisarios que se eligen en los estados en función de su población, conocido como Colegio Electoral. El candidato ganador en cada estado, aunque sea por un solo voto, se lleva todos sus compromisarios en su objetivo de llegar al número mágico que le lleve a la Casa Blanca: 270.Los estados clave:- Florida es el estado clave por excelencia.
En 2016 votó por Trump, en 2008 y 2012 por Barack Obama, en 2004 y 2000 por George Bush hijo, en 1996 por Bill Clinton o en 1992 y 1988 por George Bush padre. En el 2000, de hecho, tras un recuento que duró semanas, entregó la Casa Blanca a Bush por unos 500 votos.
– Pensilvania, Michigan y Wisconsin: Estos tres estados eran un seguro de vida para los demócratas gracias al voto afroamericano urbano y a la clase trabajadora blanca. Hasta 2016, Wisconsin había votado demócrata en las siete anteriores elecciones presidenciales, mientras que Michigan y Pensilvania en seis.
– Minesota y Nuevo Hampshire: Con características parecidas a los tres anteriores aunque aún más demócrata si cabe, Minesota fue el cuarto estado que Trump se puso entre ceja y ceja conquistar en 2016. Por poco, pero con Minesota y sus 10 compromisarios no pudo.
Otro estado que los demócratas salvaron por los pelos fue Nuevo Hampshire, donde un 94% de votantes blancos y con peso rural es terreno abonado para Trump, aunque solo entrega cuatro compromisarios.
– Ohio: Es el termómetro de Estados Unidos. Ha votado siempre por el ganador en las 14 últimas contiendas presidenciales. Del demócrata Lyndon B. Johnson en 1964 a Trump en 2016. Aunque como dice el dicho, las estadísticas están para romperlas.
Casi nueve millones de personas ya votaron en Florida
Casi 9 millones de los 14,5 millones registrados votaron hasta ayer en la Florida por correo o de manera presencial anticipada y se espera que la participación electoral total en los comicios de hoy 3 de noviembre alcance en este crucial estado un nivel récord.
Según las cifras divulgadas por el Departamento de Elecciones, hasta ayer más de 4,6 millones de personas votaron por correo y más de 4,3 millones lo hicieron de manera anticipada, una modalidad de voto que terminó el pasado domingo.
El presidente Donald Trump, candidato republicano a la reelección en los comicios, aseguró el pasado domingo en un multitudinario mitin celebrado en un aeropuerto del norte de la ciudad de Miami al filo de la medianoche, que va a ganar en Florida, un estado siempre importante electoralmente.