De acuerdo con el Comandante de la FANB “en cumplimiento de las órdenes emanadas por el comandante en jefe, Nicolás Maduro, se mantiene desplegada en el eje transfronterizo de Apure, rastreando escondrijos instalados por narcoterroristas”.

Las autoridades venezolanas movilizaron tres batallones de caballería blindada para realizar “misiones de reconocimiento y vigilancia” en el estado Apure, fronterizo con Colombia, para “combatir y expulsar” a los grupos armados originarios de Colombia, informaron ayer fuentes castrenses de ese país.

“Tres batallones de caballería realizan misiones de reconocimiento y vigilancia por nuestras vías de aproximación para establecer contacto con los grupos ‘tancol’ (terroristas armados narcotraficantes colombianos)”, escribió en su cuenta de Twitter el comandante estratégico operacional de las Fuerzas Armadas, general Domingo Hernández Larez.

“Tancol” es un acrónimo inventado por el Gobierno venezolano que no hace referencia a ninguna banda en específico.

En marzo del año pasado, estalló un conflicto entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y un grupo disidente de las Farc en Apure, en el que murió un número no determinado de militares y ocho de ellos fueron secuestrados durante más de un mes.

Pese a que Hernández Larez no detalló el grupo armado al que combaten, tal y como suele suceder con las fuentes oficiales o castrenses venezolanas, el pasado domingo difundió imágenes de la destrucción de uno de los campamentos en los que se refugiaban estos grupos armados en las que pueden verse las siglas Farc-EP.

Al respecto, Hernández Larez afirmó que van a “combatirlos y expulsarlos” de Venezuela.

Se requieren respuestas del Gobierno

Víctor de Currea-Lugo, Analista internacionalista, considera que “para resumir el conflicto de Arauca, como Roma, no se construyó en un día. A nivel estructural se requieren respuestas que van mucho más allá de la guerra contra el terror, para atender el conflicto social araucano. Estos elementos pueden tener contraargumentos, pero no puede ser la narrativa simplista de que se trata de mafias armadas peleando por el control del territorio”.

Agrega que “la protección a la población civil y el liderazgo social es innegociable, pero los riesgos no pueden reducirse a lo sucedido en 2022. No es una pelea por rutas del narcotráfico, ni una disputa de mafias, ni una desavenencia por el control de cultivos. Por eso, las soluciones de fuerza están llamadas al fracaso”.

Además dice de Currea -Lugo “no es tampoco una pelea entre dos insurgencias como la vivida en el pasado, por eso la llamada a retomar el acuerdo de 2010 es inútil. Ni siquiera es un resultado directo del incumplimiento al proceso de paz, porque estas supuestas disidencias son nuevos grupos. No creo que el abordaje de la crisis actual dependa en su totalidad de la reactivación de la mesa con el Eln”.

Y, finalmente dice “creo que la respuesta hay que buscarla más bien en la agenda interfronteriza e internacional del Gobierno de Duque que insiste en mirar la paja en el ojo de Maduro y no ver la viga de masacres en el territorio colombiano. Y, obvio, eso ni siquiera es mérito de él, más bien de quienes siguen viendo a América Latina como el patio trasero de los Estados Unidos”.

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