Los tipos de violencia que más se presentaron fueron física, sexual, psicológica, económica y patrimonial.

Física (18 %), sexual (6 %), psicológica (42 %), patrimonial (6 %) y económica (27 %) fueron los tipos de violencia que más se presentaron en 2020 en los departamentos de Arauca, La Guajira, Norte de Santander, Putumayo y Santander, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo.

De acuerdo con el boletín anual ‘Situación de las mujeres y personas con Orientación Sexual e Identidad de Género Diversas (OSIGD), refugiadas y migrantes en Colombia’, durante 2020 se registraron 1.617 casos de algún tipo de violencia basada en género, que fue agudizada durante la pandemia.

De estos, el 31 %, es decir 515 casos, corresponden a población refugiada, migrante y solicitante de asilo, y de ese porcentaje, el 12 % son personas OSIGD.

“Hemos atendido estos casos con activación de rutas y acceso a la justicia, apoyo psicosocial y ayuda a la reconstrucción de sus proyectos de vida. Continuaremos trabajando en esta línea en coordinación con otras entidades para disminuir esta violencia”, dijo el defensor del Pueblo, Carlos Camargo.

Siguiendo con la población migrante, de acuerdo con la entidad, “se ha identificado que debido a los flujos migratorios mixtos, la población en mención se enfrenta a hechos de violencia, trata y tráfico de personas, violencias de género incluida abuso sexual y discriminación”, entre otras problemáticas.

En cuanto al por qué de la agudización de las violencias mencionadas anteriormente, el boletín explica que “la casa y cotidianamente habitar el mismo espacio solo con las personas del núcleo familiar fue la estrategia del Gobierno Nacional para mitigar el riesgo de contagio, pero esto puso en riesgo a quienes ta estaban siendo víctimas de hechos de violencia, pues al ser confinadas, aumentaron”.

La violencia psicológica, en particular, es transversal a los demás tipos de violencia, “ya que cualquier hecho que cause daño a la persona en cualquiera de sus formas, desencadena también un daño y sufrimiento psicológico (comentarios intimidatorios, acoso, amenazas, aislamiento, desprecio y humillación”.

Otros asuntos agravados por la pandemia fueron la estabilidad de la población refugiada y migrante dependiente del trabajo informal, pues se vieron “expuestas a la escasez alimentaria y la habitabilidad de calle”. Por otro lado, las mujeres y personas OSIGD que ejercen trabajo sexual “percibieron una reducción en sus ingresos”. También hubo retos en el acceso a los servicios de salud y, en particular, a métodos de planificación familiar.

Un problema que también se evidenció fue que “la participación de mujeres y personas OSIGD en espacios de incidencia no solo se afectó, sino que convirtió en un factor de riesgo asumir ese tipo de liderazgo” por cuenta de amenazas y hostigamientos.

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