Maika Cabrera, una trabajadora de 61 años, perdió su trabajo como aseadora de un colegio por grabar coreografías en su entorno laboral.

Aunque ella aseguró ante el colegio, ubicado en Madrid, España, que los videos los grababa en su tiempo de descanso o después de haber terminado su jornada laboral, a la institución le pareció muy grave que lo hiciera con el uniforme puesto y utilizando los utensilios de limpieza que le suministraban.

A pesar de que la mujer también indicó que los videos se habían convertido en un espacio para salir de la monotonía del trabajo y liberar el estrés, la institución reiteró su decisión. Ahora, Cabrera se enfrenta a un futuro incierto luego de 20 años de trabajo y ad portas de la pensión.

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