Al exparamilitar lo están esperando las víctimas y sobrevivientes de la masacre de El Tomate, departamento de Córdoba, donde 15 campesinos y un niño de dos años fueron asesinados.

Una vez, una jueza de Justicia y Paz, le conceda la libertad-lo cual podría pasar el próximo lunes- al exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, iniciaría, lo que algunas víctimas han bautizado como “la gira de la verdad”; en cada pueblo, corregimiento o vereda lo estarán esperando miles de víctimas, campesinos sobre todo, para escuchar su verdad, lo que hicieron con sus familiares, muertos y desaparecidos. Confían en que, pese a los años, él aún tenga memoria de cada rostro, nombre y circunstancia.

Estas visitas las hará Mancuso en su calidad de gestor de paz por designación del presidente Gustavo Petro e iniciarían en el departamento de Córdoba, donde las acciones violentas de los paramilitares dejaron más de 25 mil víctimas, solo en ese departamento.

No es coincidencia que su recorrido inicie en esta zona del país. Dice la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que el departamento de Córdoba fue un laboratorio de expansión paramilitar, un trampolín para impulsar su accionar violento hacia otros departamentos del Caribe y el interior del país, como Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar y Norte de Santander.

El Tomate es un corregimiento entre los departamentos de Córdoba y Antioquia. Es tristemente conocido por haber sido escenario de la masacre de 15 campesinos y un niño de dos años. Los responsables fueron 30 paramilitares que en la noche del 30 de agosto de 1988 irrumpieron con disparos y granadas; las casas, de guadua y palma, se incendiaron rápidamente. En una de ellas dormía el niño que indefenso murió calcinado.
Las acciones de estos hombres eran despiadadas. Al corregimiento llegaron montados en un bus que horas antes habían interceptado en vías del Urabá de Antioquia, al conductor y dueño del bus, los obligaron a llevarlos hasta el corregimiento y presenciar los homicidios de los campesinos. Una vez finalizada la masacre, los amarraron, rociaron gasolina y estando vivos les prendieron candela.

Los que sobrevivieron abandonaron sus casas y se desplazaron. A la fecha, al Tomate han retornado alrededor de 200 personas dedicadas a la agricultura y al cultivo de maíz y yuca.

34 años después, esa horrible noche sigue impune. Nadie ha sido judicializado por estos hechos, por eso, sería a este corregimiento hasta donde iría Mancuso con la esperada verdad. Las familias de los muertos y testigos esperan que se haga cargo de los actos de sus desalmados hombres, que pida perdón y despojar sobre su conciencia el dolor que por más de tres décadas les obligaron a cargar.

”Soy desplazado del Tomate, Córdoba, eso fue en el 88, el 30 de agosto a las 7:00 p.m. llegaron hombres armados y acabaron con el pueblo, mataron a mis amigos, no sé cómo me salvé, prendieron fuego, a un niñito también lo mataron, el abuelo quiso echarle mano y no pudo, ahí quedó el niñito quemado, esa masacre fue muy fea. Fueron los paramilitares, yo me fui desplazado, y hasta hoy nadie dice nada, ni la Fiscalía, ni tribunales, estamos esperando que nos den la tierrita al menos”, cuenta una de las víctimas, que tantos años después teme revelar su identidad.

Dicen las autoridades que la visita de Mancuso aún no está confirmada, pero igual con su nombre ya tienen marcada la silla. Que la programación de sus viajes – a un lado y a otro- , no puede revelarse por seguridad. Quién más que Mancuso para saber de los peligros de muerte en el país. Es apenas lógico que su itinerario se mantenga bajo reserva. De Mancuso esperan, buenos y malos, abrir cuanto antes el candado de su caja de pandora.

Sobre la masacre

La masacre en El Tomate habría sido una arremetida de los paramilitares tras los resultados de las elecciones en las que el Partido Unión Patriótica (UP) ganó 16 alcaldías en municipios de Córdoba y Antioquia. Para Fidel Castaño, socio de Mancuso y fundador de las AUC, el Partido debía exterminarse al igual que sus miembros y simpatizantes. De ahí lo ocurrido el 30 de agosto del 88; los campesinos acribillados fueron señalados como aliados y aunque ya los tenían identificados, a la muerte condenaron a todo el que se cruzaba, incluso a quienes dormían en sus casas.

El exterminio de la Unión Patriótica, partido político de izquierda creado en 1984, ha sido uno de los hechos violentos más dolorosos en la historia del país, su desaparición fue responsabilidad de los paramilitares en complicidad con la Fuerza Pública. Miles de miembros fueron víctimas de asesinatos, torturas, desapariciones forzadas, desplazamiento forzado y exilios.

Inclusive, en septiembre del año 2016, el entonces presidente Juan Manuel Santos reconoció la responsabilidad del Estado en la persecución, muerte y desaparición de cientos de sus miembros.

“Quiero hoy expresar en este acto público, como Presidente de la República y como Jefe de Estado, que el exterminio y desaparición de la Unión Patriótica jamás debió haber ocurrido; y reconocer que el Estado no tomó medidas suficientes para impedir y prevenir los asesinatos, los atentados y las demás violaciones, a pesar de la evidencia palmaria de que esa persecución estaba en marcha”, dijo Santos ante cerca de 200 personas, entre líderes de ese movimiento políticos y sobrevivientes.

En la actualidad, miembros de la UP siguen en el exilio, sus testimonios, desde la lejanía, han sido determinantes para la reconstrucción de la verdad y posterior condena a políticos que promocionaron, planearon y financiaron su eliminación.

*Con información de El Colombiano.

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