Sufrirás si te enteras, pero, desgraciadamente, la infidelidad pasa a formar parte de la vida de muchos de los que tienen pareja. Las razones son muy variadas: puede ser por el deseo de sentirse joven, de no perder oportunidades que no volverán, de escapar de la rutina de tantos años juntos.

La más reciente investigación de la psicología sexual en Colombia precisa que existe una correlación entre la edad y la propensión a ser infieles. De las respuestas se puede deducir que los hombres y las mujeres son más propensos a poner los cuernos en períodos de la vida diferentes.

Los hombres tienden a sentir el deseo de ser infieles con cada cambio de década, siendo los 29 y los 44 los períodos más críticos. En ambos puntos de transición, esta propensión se duplica.

Hombres sobre los 40 y 44 años que están en plena experimentación de ‘canitas al aire’ son de fácil detección por repentinos cambios de comportamiento, cambios de horarios labores y hasta de rutas tradicionales para desplazarse a casa.

Clínicamente se determinó que el impulso de la infidelidad, no necesariamente enamorado por fuera de casa, obliga estrategias como ponerse a estudiar de noche para “de vez en cuando cambiar de destino y terminar en piernas de la otra”.

Más allá de la edad, otro parámetro que influye en la propensión a la infidelidad es el número de años de matrimonio. A partir del séptimo año de matrimonio o de vivir juntos, 6 de cada 10 hombres (y 5 de cada 10 mujeres) le son infieles a su pareja. La famosa crisis del séptimo año no es unan leyenda urbana. De hecho, las relaciones extramatrimoniales tienen a intensificarse a partir del séptimo año de relación; y disminuyen gradualmente hasta el décimo año. Por último, y para ambos sexos por igual, pasados los 18 años de matrimonio o convivencia

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