Una verdadera paradoja enfrenta el Gobierno y el pueblo colombiano. Por un lado, el alza de las tarifas de energía que el Gobierno promete controlar y bajarlas, pero por el otro, el aumento de los precios de la gasolina.

“Nos ayudan por un lado y nos clavan por otro”, expresó Wilson López Pertúz, un habitante del barrio La Coquera, que dice sufrir por el incremento de la energía y ve con preocupación que el precio de la gasolina aumente. Él tiene una moto en la que su familia se desplaza.

Como tarde este viernes debe presentar el Gobierno Petro la formula con la que a corto, mediano y largo plazo se reduciría el costo de la energía para el usuario.

Pero esta semana es de debate abierto en el país por el anuncio del presidente en aumentar el precio de los combustibles.

Aunque el mandatario y su grupo político traten de explicar que es consecuencia de una herencia del anterior Gobierno y que se defiendan los que salieron, ese impacto de la gasolina, no solo lo sufre el transportador, sino el ciudadano que con una moto o con un automóvil transporta a su familia.

Todo eso se traduce en alto costo de vida, en un país donde todo aumenta y el salario mínimo no alcanza para vivir dignamente.

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