La beatificación del médico venezolano fue aprobada por el papa Francisco, luego de comprobarse el milagro de una niña que sobrevivió a un disparo en la cabeza.

Venezuela celebrará el próximo viernes la beatificación de José Gregorio Hernández, un destacado médico nacido en 1864 en Los Andes, que conquistó al pueblo por su benevolencia y generosidad, y a aquellos que compartieron con él anécdotas y vivencias que esconden su lado menos conocido.

El galeno, cuya beatificación fue aprobada por el papa Francisco luego de verificar el milagro concedido a la niña Yaxury Solórzano, a quien los médicos no daban esperanzas de vida tras recibir un disparo en la cabeza, se vio en la disyuntiva de inclinarse por la dedicación exclusiva a la religión o por una vida en pareja. Pero, finalmente, no se casó ni con la Iglesia ni con una mujer.

La ceremonia se llevará ante tan solo unas 150 personas por las restricciones de la pandemia por COVID-19, y para la que los fieles se preparan, desde este lunes, con jornadas de oración en templos de todo el país.

La Arquidiócesis de Caracas, que ultima algunos de los detalles del acto, informó hoy que ya están listas las reliquias del futuro beato, que serán entregadas en la ceremonia de beatificación a las distintas iglesias del país, para que estas puedan ser veneradas por todos los venezolanos.

José Gregorio Hernández se ganó su halo de santidad tanto en Venezuela como en los países del entorno por su labor en pro de los más desfavorecidos.

Nació en el seno de una familia de valores religiosos. Sus biógrafos aseguran que desde pequeño manifestó su cercanía con Dios.

Cuando comenzó su educación media, tras haberse trasladado desde su pueblo -Inostú- a Caracas, manifestó al director del internado en el que estudiaría, Guillermo Tell Villegas, su deseo de ser “un buen cristiano”, dijo a EFE uno de los autores del libro “El doctor Hernández es nuestro”, Alfredo Gómez. En aquel momento, empezó todo.

Por su obediencia e inteligencia, fue nombrado como “inspector de disciplina” en el colegio, y tutor de quienes tenían dificultades con algunas materias.

Gómez asegura que, por este cargo, “goyito” tuvo que enfrentar un altercado con un joven mayor que intentó agredirlo por haberle puesto una falta en disciplina. El ataque fue frenado por Hernández cuando le empujó al suelo para defenderse, pese a ser más pequeño.La muerte de su familia

Una de sus hermanas, María Isolina, falleció a los siete meses de vida.

Su madre, Josefa Antonia Cisneros, murió tras su último parto y para entonces, él tenía ocho años, mientras que el deceso de su padre, Benigno Hernández, ocurrió cuando “goyito” tenía alrededor de 26 años y se encontraba estudiando en París.

Su hermano preferido, José Benjamín, falleció con 24 años, producto de una fiebre amarilla, y otro de sus hermanos, Pedro Luis, murió un año antes que él.

Nunca se casó, pero en su juventud manifestó interés por varias muchachas.

Su primer amor lo tuvo a los 15 años cuando conoció a María Gutiérrez Azpúrua, quien no le correspondió, pero también se interesó en unas chicas de apellido Elizondo, según una carta enviada a su amigo Santos Dominici, citada en el libro “Se llamaba José Gregorio Hernández”, escrito por el padre Francisco Javier Duplá.

Aunque quiso estudiar leyes, se preparó para ser médico por recomendación de su padre y fue becado por el Ejecutivo para especializarse en Francia y actualizar la medicina en Venezuela.

El galeno fue el encargado de fundar el primer laboratorio del país y de traer los avances de la época.

Dedicaba una hora diaria a atender a los enfermos sin recursos económicos y, en ocasiones, les regalaba dinero para sus tratamientos.

Comenzó a conocerse como el “médico de los pobres”, aún cuando fue nombrado como el galeno del presidente Juan Vicente Gómez, según el biógrafo Alfredo Gómez.

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