Muchos dirán que este no es un buen momento para ser optimista, pero, para el expresidente Juan Manuel Santos, es precisamente el mejor momento para serlo.
El exmandatario presenta por estos días su libro ‘Un mensaje optimista para un mundo en crisis’, en el que muestra que, pese a la percepción contraria que pueden tener muchas personas, el país ha tenido avances muy positivos en la mayoría de sus indicadores en los últimos 30 años.
Ahora, si bien reconoce que la pandemia del COVID-19 representará un gran retroceso en muchos de esos avances, asegura que es una oportunidad para recuperarnos aún mejor que antes.
Eso sí, dice, es necesario superar la polarización y ponernos de acuerdo en las prioridades, pues hay un malestar social latente que podría exacerbarse con la frustración que ha provocado la pandemia del COVID-19.
La implementación de la paz podría ser, según él, el primer punto de ese acuerdo.
¿Por qué hablar de un mensaje optimista en medio de una situación que no parece muy optimista?
“Precisamente porque todo el mundo está con miedo, está con angustia y es el momento en que más se necesita darle seguridad a la humanidad y a los colombianos de que podemos tener un mejor futuro, que no podemos perder el optimismo y tenemos razones para ser optimistas. Precisamente por la tragedia que estamos viviendo no nos podemos olvidar que siempre se puede tener un mejor futuro y que el optimismo es lo que alumbra el camino.
Lo importante es que la gente mantenga la esperanza, la fe en un mejor futuro. El mensaje del libro en el fondo es: ‘mire cómo Colombia, que estaba sumida en una situación caótica hace 30 años, éramos prácticamente un estado fallido, y el año pasado estábamos de líderes en la región en muchos de los indicadores. Si pudimos progresar en estos 30 años de una forma muy importante, de la misma forma vamos a poder salir de esta pandemia y ojalá, quedar mejor que antes”.
En su libro muestra que Colombia ha tenido avances muy significativos en los últimos 30 años, ¿cree que mucho de eso se perderá por la pandemia?
“Infortunadamente la respuesta es sí, se va a perder mucho de lo que se ha avanzado. En términos de pobreza, por ejemplo, nosotros logramos disminuir la pobreza prácticamente a la mitad, pero la pandemia va a incrementar la pobreza enormemente. Vamos a retroceder en materia de desigualdad.
Con un gran esfuerzo logramos mejorar la igualdad en el país en los últimos 10 años, pero la pandemia va a obligarnos a echar para atrás. En materia de desempleo, ni se diga. Las cifras están mostrando un desempleo por encima del 20% después del inmenso esfuerzo que hicimos en los últimos 10 años por crear empleos, la mayoría formales. Todo eso se va a perder, pero lo que tenemos que ver es cómo las fallas estructurales que esta pandemia nos permitió ver con más claridad, las podemos resolver para que nos podamos recuperar mejor que antes”.
¿Qué puede ayudar a que tengamos una recuperación más pronta?
“Primero, ponernos de acuerdo en las prioridades. Por ejemplo, un modelo económico más equitativo, más sostenible y en el que el medio ambiente esté presente. Un modelo económico que nos permita no solamente generar y acumular riqueza sino también distribuirla, vamos a poder salir mejor que antes. Pero una condición necesaria para lograr eso es por un lado no perder el optimismo. Si uno en la vida cree que va a lograr algo generalmente lo logra, pero si uno cree que no lo va a lograr, nunca lo logra. Y segundo, ojalá poder dejar a un lado esta polarización, estos enfrentamientos, tanto odio, tanta polémica, sobre cualquier cosa y más bien cambiar esa actitud por una propensión hacia el diálogo”.
¿Cuál sería el primer paso para superar esa polarización?
“Por ejemplo, en el libro se sugiere que si el presidente tiene la voluntad y él mismo ha dicho que quiere cumplir con los acuerdos de paz, además está obligado constitucionalmente a cumplirlos, ahí habría un punto de partida porque estoy seguro que si él dice: ‘convoco a todas las fuerzas políticas a que nos comprometamos todos con un plan específico para cumplir con los acuerdos’, todo el mundo le marcharía y eso permitiría acuerdos sobre otros temas como una reforma tributaria que se va a necesitar quiérase o no. Entonces podemos hacer una reforma que corrija los problemas que se han acumulado de reformas anteriores, una reforma mucho más progresiva. Podemos tomar decisiones tan fundamentales como dejar de depender de los combustibles fósiles y cumplir con nuestros compromisos internacionales y sobre todo nuestra propia obligación de tener un desarrollo mucho más sostenible. Le voy a dar un ejemplo concreto, el punto 1 del acuerdo que es la reforma rural, esa es una deuda que tiene el país con el campo, no de ahora, de hace 200 años. Ese punto nunca fue concebido para las Farc, fue concebido para el campo colombiano en donde se concentra la pobreza y la desigualdad”.
Usted menciona en el libro, que estamos en riesgo de que vengan años difíciles, porque hay un malestar social que está acallado por la pandemia…
“Sin duda. Las protestas que vimos a finales del año pasado están en el congelador pero van a revivir y con más fuerza porque infortunadamente vamos a tener más desempleo, más pobreza, más frustración con la situación por la cantidad de pequeños empresarios que se han quebrado. Entonces, esa frustración, esa indignación hay que canalizarla hacia acuerdos que nos permitan salir de la pandemia con más rapidez y mejor que antes. Entonces, yo sí creo que cuando está uno en la mitad de la tormenta es cuando más tiene que pensar cómo va a salir de ella”.
En ese eventual acuerdo que usted menciona, ¿estaría dispuesto a participar?
“Si es para la implementación del acuerdo de paz, yo estaría más que dispuesto a aportar ideas, pero no tengo ningún protagonismo ni puedo tenerlo porque no soy jefe de nada, en este momento. Si se trata de dar ideas, de hacer sugerencias y de conciliar posiciones, yo lo haría de mil amores, pero yo no estaría en la vanguardia de esos acuerdos”.
Esta semana se conoció una reunión que usted sostuvo con Timochenko, entre otras personas. ¿En esas conversaciones se ha hablado de la JEP, de las sombras que hay sobre el acuerdo?
“Por supuesto. Estas conversaciones, que no solamente las tengo en forma privada con los senadores y el cuerpo de las Farc, sino con los embajadores de los países que han ayudado al acuerdo, las propias Naciones Unidas y con el Instituto de la Universidad de Notredame, que le hace seguimiento al acuerdo, se discuten ese tipo de problemas: la falta de cumplimiento de las dos partes, cómo se hace para poder buscar la forma de acelerar cumplimiento, son temas casi que obligados en este tipo de reuniones”.
Se podría pensar como parte de esos acuerdos que usted propone en hacer ajustes a la JEP, por ejemplo?
“Lo que he dicho desde el comienzo de este proceso es que ningún acuerdo de paz por su propia naturaleza es perfecto. Es un acuerdo hecho por seres humanos, que todos somos imperfectos, pero cualquier modificación tiene que ser por consenso entre las partes, entre el Gobierno y las Farc, y si se pueden identificar aspectos que pueden mejorar el cumplimiento de las partes, pues bienvenido sea porque eso sería en beneficio de todo el mundo”.