En una reunión virtual, el presidente estadounidense, Joe Biden, advirtió ayer a su homólogo chino, Xi Jinping, sobre las “implicaciones y consecuencias” para ese país si ofrece “apoyo material” a Rusia en medio de su “brutal” ataque a Ucrania.

Las potencias occidentales volvieron a chocar ayer con Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU por las supuestas “armas biológicas” que, según Moscú, Ucrania está desarrollando en su territorio.

El máximo órgano de Naciones Unidos volvió a discutir ayer este asunto a petición de Rusia, que ya llevó la cuestión al Consejo de Seguridad la semana pasada, en un movimiento que Estados Unidos, Francia e Inglaterra calificaron de “extraña teoría conspiratoria”, “campaña de desinformación” o de “refrito amateur”.

Como ya hizo el viernes 11 de marzo, el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, insistió en que tenía nuevas pruebas que demostraban que Estados Unidos y Ucrania estaban colaborando en el desarrollo de armas biológicas.

“El Ministerio de Defensa ruso descubrió más evidencias que demuestran que las autoridades ucranianas estaban implementando proyectos biológicos con fines militares bajo supervisión directa de Estados Unidos”, sostuvo Nebenzia, que no compartió esas pruebas.

En una intervención de 15 minutos, el diplomático ruso habló de los supuestos planes y enumeró varios laboratorios ucranianos que, según el Kremlin, están implicados en estas pruebas.

La alta representante de Asuntos de Desarme de la ONU, Izumi Nakamitsu, volvió a repetir que “Naciones Unidas no tiene ningún conocimiento de un programa de armas biológicas” en Ucrania, y lo calificó como desinformación.

Cierre de filas

En una reunión casi calco de la anterior, la embajadora de Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield, insistió en que la ayuda de su país a Ucrania es transparente y en que se siente orgulloso de ayudarles.

“No hay laboratorios de armas biológicas ucranianas cerca de la frontera con Rusia, ni en ninguna parte. Solo hay establecimientos de salud pública, y digo orgullosamente, que están apoyados y son reconocidos por el Gobierno de los Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud y otros Gobiernos e instituciones internacionales”, dijo la diplomática.

Pero Thomas-Greenfield fue aún más allá y acusó a Rusia de que sus acusaciones podrían ser una estrategia para justificar un futuro ataque químico o biológico contra el pueblo ucraniano.

Por otra parte y como ya ocurrió en la sesión del viernes pasado, donde se trató este tema, China reiteró su apoyo a las acusaciones rusas y dijo que “cualquier información y pista sobre actividades militares biológicas deberían generar una mayor preocupación y atención de la comunidad internacional para evitar daños irreparables”.

Acercamientos sobre estatus neutral de Ucrania

Moscú y Kiev han acercado “al máximo posible” su postura sobre el estatus neutral de Ucrania con respecto a la Otan, mientras que están a “mitad de camino” en las conversaciones sobre la desmilitarización de ese país, según el jefe negociador de la delegación rusa, Vladímir Medinski.

“El asunto de un estatus neutral y la no adhesión de Ucrania a la Otan es uno de los puntos claves de las negociaciones, y es sobre el que las partes han acercado sus posturas al máximo posible”, indicó a los medios rusos, según recoge la agencia oficial TASS.

Medinski añadió no obstante que existen “matices” relacionados con las garantías de seguridad que exige Ucrania.

Explicó que se trata de cuestiones relacionadas “con las garantías de seguridad que recibe Ucrania además de las existentes, en caso de que renuncie a unirse a la Alianza” Atlántica.

El canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, dijo el jueves, en su reunión con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, en Leópolis que quiere que Turquía sea uno de los países que actúen de garantes de un futuro pacto, junto a Alemania y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Francia, Reino Unido, China y Rusia). En otros aspectos de las negociaciones para alcanzar un alto el fuego, especialmente la exigencia de Moscú de que el país vecino se “desnazifique” y “desmilitarice” se requiere aún trabajo.

Suenan las alarmas antiaéreas en Odesa y en el hospital infantil más grande de la ciudad ucraniana las sanitarias se preparan para bajar a los niños y neonatos a los búnkeres subterráneos. Pero algunos bebés no tienen la opción de protegerse de los posibles ataques.

El plan de evacuación bajo tierra comienza con la sirena, que suena como si fuera una alarma de incendios. La doctora Vlada, del departamento de Traumatología, es la encargada a lo largo del día de organizar las familias con sus bebés para bajar a los búnkeres mientras se mantenga la alerta, que se activa ante una posible amenaza hacia Odesa, uno de los objetivos de las tropas rusas.

Pero en una de las plantas se encuentra la sala de cuidados intensivos y reanimación de los neonatos. Algunos bebés, que no llegan a pesar ni un kilo, están intubados o esperando una operación, y no tienen la posibilidad de ser bajados a los búnkeres, por los que a las sanitarias solo les queda una opción: apagar la luz para evitar ser vistos y proteger todo lo posible la planta, incluso con colchones.

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