El fiscal, de 45 años, investigaba casos de narcotráfico y crimen organizado. Su asesinato, cometido por sicarios que le dispararon desde motos acuáticas, está siendo investigado por investigadores especializados de ambos países.

El Juzgado 12 Penal de Control de Garantías de Cartagena legalizó la captura de cinco personas que presuntamente estarían vinculadas con el crimen del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, quien fue asesinado a tiros en Cartagena el pasado 10 de mayo.

Las personas que fueron cobijadas con esta medida son el ciudadano venezolano, Wendel Scott Carrillo, presunto sicario, y los ciudadanos colombianos Francisco Correa Galeano, presunto articulador y financiero; Marisol Londoño y Cristian Camilo Monsalve, quienes presuntamente ejecutaron las labores de seguimiento y Eiverson Adrián Zabaleta, quien presuntamente cumplió labores de transporte.

Estas personas fueron capturadas, el pasado viernes, en dos allanamientos y en vía pública.

El primer allanamiento se llevó a cabo a las 6:20 a.m. en el barrio El Robledo de Medellín donde fueron capturados Eiverson Adrián Zabaleta y Wendel Scott Carrillo. En este lugar fueron incautados una gorra, dinero en efectivo, ocho anillos y una cadena, una pistola traumática y múltiples celulares, entre otros elementos.

El segundo allanamiento se realizó a las 6:40 a.m. en un conjunto de Medellín, donde fueron capturados Marisol Londoño y Cristian Camilo Monsalve. Allí las autoridades incautaron celulares, ropa y una cámara, entre otros elementos.

Por su parte, Francisco Correa Galeano fue capturado a las 8:15 a.m. en una calle del barrio Belén de Medellín. Le fueron incautados 129 billetes de 50.000 pesos y un arma.

Durante la diligencia, el juez reportó amenazas por parte de uno de los capturados: “Uno de los procesados ha hecho manifestaciones amenazantes en contra de los funcionarios que celebran esta actuación, indicando esa posibilidad de hallar en cualquier lugar de la República de Colombia con el fin de dar muerte”.

Los hechos en Cartagena

El relato más completo que se conoce sobre el asesinato del fiscal Marcelo Pecci es el que da el periodista paraguayo de Unicanal Óscar Lovera, amigo de la esposa de éste, Claudia Aguilera.

Ese día, según el relato que le contó Aguilera a Lovera, el fiscal quiso ir a reservar las sillas de playa con anticipación porque había muchos turistas, pero su esposa no lo dejó y le pidió que se sentarán a desayunar y luego sí fue a hacer la reserva.

A las 11:00 a.m., el fiscal fue a caminar por la playa y al retornar dos hombres se acercaron en una moto acuática. El sicario, que fue identificado por las autoridades en un retrato hablado y el cual sería Wendel Scott Carrillo, se acercó, el otro se quedó en la moto.

“Es el tirador, él es el que disparó el arma, ese hombre de tez oscura, de un metro setenta y ocho, que tiene el sombrero, de una complexión física muy delgada, pero con los músculos muy marcados, extendió el brazo hacía el fiscal, percutió tres veces el arma, uno de los disparos los recibió en el cuello, otro en un costado, cae tendido al suelo”, dijo Claudia, según la versión revelada por Lovera.Lo que halló el investigadorUn investigador del CTI de la Fiscalía, adscrito a la unidad de Cartagena, fue el encargado de juntar las piezas rotas del homicidio que conmocionó al mundo de la justicia y puso en evidencia los tentáculos transnacionales del negocio del narcotráfico.

Las investigaciones del sabueso del CTI de Cartagena, llevaron a apuntar todas las miradas a Medellín. En el material recopilado por las cámaras, el investigador pudo establecer que tres días antes, un hombre arribó al hotel donde se hospedaba el fiscal y separó una habitación en la que, un día después, llegó otro hombre y una mujer que se hicieron pasar como turistas, y según las interceptaciones hechas después del crimen, eran los llamados “puntos” o encargados de seguir cada paso del fiscal.

Un día después, los supuestos asesinos del fiscal Pecci llegaron a Cartagena y en una reunión que tuvieron en el barrio Getsemaní entregaron los primeros detalles a los que serían los encargados de halar el gatillo que terminó con la vida de Pecci.

Según las pruebas del investigador, el hombre y la mujer les entregaron a los sicarios mapas en hojas de cuaderno con los recorridos del fiscal y su esposa por la ciudad amurallada y el trazado de la ruta que usarían después de consumar el crimen.

Para no levantar sospechas, los sicarios se hospedaron en un complejo residencial de El Laguito, y según el seguimiento por cámaras, se reunieron con el primero de ellos que arribó al hotel en dos ocasiones: en una pizzería y en las murallas a tomar cerveza. Con el registro de identidades de los hospedajes, el investigador puso la mira en la capital antioqueña y pudo establecer que el grupo de los capturados viajó desde Medellín en rutas distintas: dos por tierra (los de los informantes y los sicarios) y uno en avión (el de la logística), quien llegó hasta Santa Marta y se devolvió en carro a Cartagena.

Falta el pez gordoEl entramado del asesinato del fiscal Marcelo Pecci comenzó a desenredarse con la captura, hace poco menos de un mes, de un grupo de 17 extraditables, entre los que detuvieron a varios colombianos señalados de trabajar para el grupo narcotraficante brasilero Primer Comando Capital (PCC); grupo del cual hace parte Sergio de Arruda Quintiliano, alias ‘Minotauro’ uno de los principales sospechosos del asesinato.

En las indagaciones preliminares, las autoridades establecieron los nexos entre los carteles de la droga paraguayos, colombianos y brasileros, los mismos que sufrieron afectaciones a su economía y estructura armada por operativos realizados por el fiscal Pecci en la frontera entre Paraguay y Brasil.

Esos tentáculos son los que estudian las autoridades para establecer quién dio la orden de matar al fiscal. Por ahora, se conoce que en el entramado criminal, un hombre que habita en el suroeste antioqueño es uno de los enlaces entre quien ordenó matar a Pecci y los ejecutores del crimen. Esa es la penúltima pieza que falta por engranar, y esa es en la que trabajan las autoridades para que el crimen del fiscal no quede impune.

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