En nuestra cultura, viendo la publicidad o algunos programas de televisión, daría la sensación de que cuanto más sexo o más dinero, mayor felicidad. Los psicólogos han tratado de comprobar si esa hipótesis es correcta y han encontrado limitaciones.

En el caso del sexo, un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto presentaron un estudio en el que calculan los límites del sexo para mejorar el bienestar de una pareja. Según los autores del trabajo, basado en encuestas a 30.000 personas, la práctica sexual incrementa sus beneficios hasta que se llega a una sesión por semana. A partir de ahí la felicidad deja de crecer. Esta asociación funcionaba en personas dentro de una relación romántica.

Según la revista Social Psychological and Personality Science, practicar sexo con mayor frecuencia da un mayor bienestar a las personas. Sin embargo, “para parejas con muchas ocupaciones, responsabilidades laborales y niños que cuidar, la presión para tener relaciones sexuales con tanta frecuencia como sea posible puede ser estresante”, afirman.

Es difícil de calcular si la presión de sentirse obligado a tener más sexo no echa a perder los beneficios de una práctica placentera. De hecho, la felicidad se relaciona con una mejor salud o mejores relaciones sociales, perseguir experiencias felices con demasiado ahínco puede tener consecuencias negativas.

Los autores reconocen su incapacidad para dar una explicación causal a la observación de que con practicarlo una vez a la semana se logran los máximos beneficios del sexo, y finalizan con una conclusión: “el sexo puede ser como el dinero, solo demasiado poco es malo”.

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