De acuerdo con el DANE, solo para octubre el Producto Interno Bruto registró un incremento de 4,56 %, frente al mismo mes del 2021. 

Al revisar el comportamiento del ISE en los últimos años (marcado por grandes rebotes de picos y valles), se evidencia un crecimiento moderado en la economía, pues hay que recordar que en octubre de 2020 registró un decrecimiento del -4,4 puntos porcentuales (en su serie ajustada), mientras que en el mismo mes de 2021 su variación anual fue de 9,9 puntos porcentuales

En el análisis de los componentes de este crecimiento, la entidad de estadística dice que para octubre el índice de las actividades primarias, en su serie original, se ubicó en 97,51, lo que representó un decrecimiento de 3,52 %. En este rubro se sitúan las actividades agropecuarias, y de explotación de minas y canteras.

Asimismo, para este mes, el índice de las actividades secundarias presentó un crecimiento de 3,98 %. En este grupo se encuentran las industrias manufactureras y de construcción.

Respecto a las actividades terciarias, fueron las que más contribuyeron al crecimiento, con 4,4 puntos porcentuales. En este grupo se encuentran rubros como el suministro de electricidad, gas y agua, los servicios de alojamiento y de comida, así como las actividades financieras y de seguros (entre otras).

Frente a este comportamiento, la firma Credicorp Capital señala que el país, después de registrar una de las tasas de crecimiento más altas a nivel global este año y que puede alcanzar hasta el 7,8 %, va aminorando sus resultados.

Sostienen los investigadores que “gracias a términos de intercambio muy favorables y un fuerte consumo de los hogares, esperamos que la economía colombiana se desacelere en 2023, creciendo 1,3 %. Este menor crecimiento se explicará por una base estadística exigente (en la que influyen las sistemáticas revisiones al alza de las proyecciones de crecimiento del PIB para 2022), menores términos de intercambio, el endurecimiento de las condiciones financieras en el exterior y en el país, y el impacto de la inflación en el ingreso real de los consumidores”.

Aseguran los expertos que “por el contrario, el gasto público será un motor clave del crecimiento el próximo año, no solo debido al objetivo de la administración Petro de aumentar sustancialmente el gasto social, sino también al hecho de que la inversión pública será dinámica a nivel regional y local, en medio del último año de los gobiernos subnacionales”.

DESACELERACIÓN 

Por lo tanto, sostienen, “pensamos que la desaceleración esperada el próximo año hará parte de un ajuste necesario para reducir los posibles desequilibrios económicos que se han derivado del fuerte dinamismo del consumo privado, que actualmente se sitúa casi 18 % por encima de los niveles previos a la crisis. Específicamente creemos que la desaceleración económica es necesaria para que la inflación se reduzca y el déficit de cuenta corriente se modere, haciendo más sostenible el crecimiento futuro”.

Considera la firma de análisis que “dicho esto, el contexto político será clave en la evolución futura de la actividad, sobre todo teniendo en cuenta la intención del nuevo Gobierno de presentar reformas estructurales en temas sensibles como las pensiones, el mercado laboral y la salud, que se suman a la controversial propuesta de transición energética. De hecho, consideramos que la reducción significativa de la confianza empresarial que se ha observado en los últimos meses podría explicarse en parte por la mayor incertidumbre política, que ha llevado a las empresas a adoptar una postura de esperar y ver. En consecuencia, el balance de riesgos parece inclinarse a la baja para el próximo año”.

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