Desde la llegada del coronavirus, el Gobierno en cabeza del presidente Iván Duque Márquez ha realizado gestiones no solo para la compra de vacunas, sino también para trabajar en la producción de las mismas con el fin de tener un mejor manejo de la COVID-19.

En el siglo pasado Colombia, además de fabricar algunas vacunas contra la rabia y la fiebre amarilla, también exportó a más de 20 países, pero por falta de recursos para el Instituto Nacional de Salud, INS, entre otros aspectos, la producción quedó estancada.

Sin embargo, con la llegada de la pandemia del coronavirus, nuevamente se abre la posibilidad para volver a producirlas, pero esta vez específicamente contra la COVID-19.

Esta alternativa llega acompañada con la firma de un memorando de entendimiento realizado por el presidente Iván Duque mediante la autorización previa del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, para el ensayo de fase tres de la candidata a vacuna contra la COVID-19 del laboratorio estadounidense Inovio.

Cabe resaltar que Inovio “es una empresa de biotecnología enfocada en la introducción en el mercado de medicamentos de ADN diseñados con precisión para tratar y proteger a las personas de las enfermedades infecciosas, el cáncer y las enfermedades asociadas al VPH”.

En su momento, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, dijo que “tenemos todas las posibilidades de avanzar muy rápidamente, porque se junta la voluntad de Inovio, que considera a Colombia como país prioritario, y también la voluntad de nuestro país para avanzar en todo lo que es el desarrollo de vacunas en Colombia”.

Precisó además que la candidata a vacuna INNOVATE para INO-4800 ya cuenta con la autorización de ensayos en países como Brasil, México y Filipinas.

Una gran oportunidad

Carlos Enrique Trillos, médico epidemiólogo y docente de la Universidad del Rosario, considera que la producción de vacunas contra la COVID-19 en Colombia es de gran importancia, porque ayuda a solucionar problemas de disponibilidad y distribución internacional de vacunas, a reforzar el Plan Nacional de Vacunación contra la COVID-19 y permite aumentar las coberturas de vacunación de la población tanto de esquemas de régimen primario (primera y segunda dosis) y de los refuerzos recomendados a grupos de mayor riesgo; esto a mediano plazo. Igualmente, es fuente de empleo, refuerza la capacidad científica del país y podría permitir fabricación de otras vacunas, con opción de comercialización internacional en Latinoamérica y otras regiones.

Además, realizar estudios de investigación en Colombia, como el de fase 3 que se propone con la vacuna del laboratorio Inovio de los Estados Unidos, permite aumentar la evidencia del funcionamiento, eficacia y seguridad de nuevas vacunas en población colombiana, lo cual puede ser de gran utilidad en el futuro. Esto en un entorno en el que se ha demostrado la capacidad de mutación y generación de variantes del virus SARS-CoV-2, responsable de la COVID-19.Un panorama diferente

Para Álvaro Javier Idrovo, investigador de la Universidad Industrial de Santander, UIS, “es muy importante que haya la capacidad de generar vacunas como en el pasado ocurrió en el país a través del Instituto Nacional de Salud, INS, por medio de un área que se llamaba de producción y donde algunos de los productos que generaban eran vacunas… por cuestiones que son difíciles de pensar, el instituto fue abandonado económicamente y se desactualizó tecnológicamente, pero tener en el país un laboratorio que sea capaz de fabricar vacunas es maravilloso porque si desde el inicio de la pandemia se hubiera tenido la capacidad de producción de vacunas, el panorama hubiera sido diferente porque se hubiera tenido un acceso más fácil”.

Agregó el investigador de la UIS que “con este anuncio de producir vacunas, lo que se genera es una autonomía del país para que cuando ocurran cosas como el coronavirus se tenga una capacidad de respuesta”.

Lo que producía Colombia

De acuerdo con un artículo de Moisés Wasserman, bioquímico y exrector de la Universidad Nacional, publicado en El Tiempo, en 1998, “en mi última rendición de cuentas, el Instituto Nacional de Salud, INS, reportó para los dos años anteriores la producción de dos millones y medio de dosis de vacuna contra la fiebre amarilla, 140.000 de antirrábica humana, seis millones y medio de BCG (contra la tuberculosis), casi seis millones de vacuna triple DPT (difteria, pertussis, tétano), 11 millones de toxoide tetánico, 30.000 dosis de suero antiofídico y 5.000 de suero antirrábico”, además de otros productos como sales de rehidratación oral y medios de cultivo.

Una actividad industrial intensa que en buena parte satisfacía las necesidades del plan ampliado de inmunización.Otras iniciativasDe acuerdo con el Invima, en la actualidad en Colombia se trabaja en cinco ensayos clínicos de vacunas contra la COVID-19.

El desarrollo en el país de estos ensayos clínicos es un reconocimiento a la rigurosidad sanitaria del Invima y permite llevar a cabo procesos que aporten información a la evaluación de los biológicos y datos clínicos necesarios para determinar la viabilidad de posibles alternativas profilácticas y terapéuticas para el tratamiento de enfermedades como COVID- 19 en el marco de los lineamientos internacionales de Buenas Prácticas Clínicas, así como el acceso de la población colombiana a este tipo de iniciativas.

Además, se aprobó el protocolo de investigación clínica con vacunas para el inicio del “Ensayo Solidaridad de Vacunas – un ensayo internacional aleatorizado de vacunas candidatas contra la COVID-19”, que es patrocinado por la Organización Mundial de la Salud, OMS.

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