La noche del jueves pasado, una tragedia sacudió la comuna de La Pintana en Santiago de Chile,vcuando Marco Antonio Cantillana Paillao, de 28 años, quien llevaba más de seis años conectado a un respirador artificial tras ser víctima de un ataque a balazos en su cumpleaños, falleció en su hogar. Vecinos alertaron a Carabineros, quienes, tras una ronda de interrogatorios, dieron con un testigo que apuntó directamente a la madre del joven, Sonia Del Carmen Paillao Calfucura, quien fue detenida horas después.
Según la declaración del testigo, un hombre que vio a Paillao en compañía de un desconocido, la mujer confesó estar “aburrida” de cuidar a su hijo y expresó que quería que “descanse”. El testigo relató que observó cómo Sonia Paillao entró a la casa de su hijo, se acercó a él, le dio un beso en la frente y luego manipuló las máquinas que lo mantenían con vida, lo que activó una alarma. Poco después, Marco comenzó a convulsionar, y el testigo trató de ayudarlo, pero Paillao lo expulsó de la casa.
La versión del testigo fue corroborada por un hombre venezolano que acompañaba a Paillao, quien declaró haberla conocido ese día y mencionó que tenía hálito alcohólico. Sin embargo, lo que finalmente incriminó a Sonia fueron dos audios enviados a una amiga de su hijo, en los que se refería a la desconexión de las máquinas y la muerte de Marco. En los mensajes, Paillao le decía a la amiga que no estaba capacitada para cuidar a su hijo y que pensaba matarlo.
Ante los evidentes testimonios y pruebas, el tribunal decidió imputar a Sonia Paillao por parricidio, a pesar de los intentos de su defensa de alegar que la mujer se encontraba en una grave depresión. Se decretó su prisión preventiva por 180 días mientras avanza la investigación, y Paillao podría enfrentarse a hasta 15 años de cárcel. La Defensoría Penal Pública ha solicitado una pericia psiquiátrica que podría influir en el desenlace judicial de este caso.