Algunas ciudades chinas están usando muestras tomadas desde el ano para detectar potenciales infecciones del virus SARS-CoV-2.

El Gobierno de Japón pidió a China que deje de obligar a los ciudadanos japoneses que llegan al país a someterse a pruebas anales de la COVID-19, debido a que les causan “angustia psicológica”, publicaron ayer los medios locales.

La petición fue trasladada al Ejecutivo chino a través de la Embajada japonesa en Pekín, indicó el jefe del Gabinete nipón y ministro portavoz, Katsunobu Kato, en declaraciones a los medios.

Kato señaló que, por el momento, no han recibido respuesta de las autoridades chinas y añadió que este tipo de test “no ha sido utilizado en ningún otro lugar del mundo”.

La protesta diplomática de Japón se produce después de otra similar presentada la semana pasada por delegados del Gobierno de EE.UU. en China.

Las ciudades chinas de Pekín y Qingdao incluyeron a finales de enero pruebas anales de coronavirus entre los requisitos para las personas procedentes del extranjero, un tipo de test que ya había sido empleado en Shanghái a principios de 2020 como uno de los estándares para autorizar las altas a pacientes del virus hospitalizados.

Este nuevo método de prueba se exige como parte de los requisitos de cuarentena a la llegada al país desde el exterior y, conforme a expertos citados por los medios chinos, serían más precisos que otros usados comúnmente como la toma de muestras faríngeas con hisopos introducidos a través de la nariz -la más común para las pruebas PCR-, de saliva o de sangre.

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