Por: José Rafael Larrarte Guzmán
No hay nada más cuestionable y/o reprochable en el ser humano que la hipocresía, dice el adagio popular, pero esta despreciable palabra no solo se ve en el común ciudadano, sino también en el mundo político.
Sé que muchos se preguntarán ¿puede existir la ‘hipocresía política’? La respuesta a este interrogante se materializa y se concreta en una persona Marcos Daniel Pineda García, actual Senador de la República.
Si mi memoria no me falla, para los tiempos previos al 2008, un sábado al año, Montería se paralizaba en ese entonces por el “poderoso” en la época y actualmente acabado grupo empresarial del “Meridiano de Córdoba” como organizador de la multitudinaria Cabalgata en la capital cordobesa, convirtiendo así en sus pocas calles pavimentadas en ese entonces, en un río de estiércol.
Para la época, una vez llegó el 1 de Enero de 2008 y tomó como posesión el Alcalde de ese entonces de la capital cordobesa el hoy Senador de la República Marcos Daniel Pineda García emitió un decreto que desató un terremoto político y fue la prohibición de estos “espectáculos” de cabalgata en el área urbana y rural de la ciudad de Montería.
Para la época de ese entonces, palabras más, palabras menos, el hoy congresista y ex alcalde de Montería Marcos Pineda lo motivó según comentarios de pasillos, que eso no era digno para realizarse en una ciudad capital y que raya en el maltrato y el como bien defensor de estos animales decidió implementar ese decreto.
Hoy como congresista de la República, ya sumergido en su mítica “metamorfosis política”, la historia es otra. Hace pocos días, la Corte Constitucional, decidió prohibió las corridas de toros, cabalgatas, peleas de gallo y demás expresiones de este tipo en todo el territorio tras considerarlas como maltrato animal, pero la sorpresa de todos fue que el parlamentario a través de sus redes sociales, rechazó esta decisión de la alta corte considerando que viola las expresiones culturales y la identidad de los territorios.
Muchos como yo nos preguntamos: ¿Si para el periodo como mandatario de los monterianos prohibió las cabalgatas que se realizaban en la ciudad tras considerarlas “maltrato animal” por qué ahora ataca el pronunciamiento hecho por la Corte Constitucional afirmando que desconoce la multiculturalidad del país con la decisión tomada?. Así son los políticos tibios, que no tienen posturas firmes y que cambian al son que le convengan.
En su confusa publicación, el congresista pidió que estas muestras no sean prohibidas, sino que se busque un consenso para que sean reguladas, y es ahí donde uno se pregunta: ¿Cómo se regula un maltrato animal? ¿Cómo se logra un consenso entre actores principales del mundo ganadero y la ley? ¿Será que las cabalgatas se tendrán que hacer con “caballitos de palos”?.
La realidad es otra, Marcos Daniel Pineda sabe que él no puede perder los votos del gremio ganadero y mucho menos de “ganacor” por eso su falso activismo animalista quedó una vez más expuesto al aire.
Con esto que diré a continuación me expondré muy seguramente a una acción penal en mi contra, pero como coherente que soy, me mantengo y me mantendré en mi posición frente a lo que pienso: Marcos Daniel Pineda es un camaleón político, a inicio brindó una férrea oposición al Gobierno que preside en la actualidad el Presidente Gustavo Petro, pero causa suspicacia que una vez llegó a la poderosa comisión V del Senado de la República quedó mudo y sin voz. ¿Y entonces ataco ferozmente en público pero me doy la mano en privado?
Otro hecho que demuestra el oportunismo político para captar votos del Senador Pineda García es que en medio de un debate realizado en el congreso de la República fue, elevar y denunciar la situación actual que vive la ciudad de Santa Marta, si bien es cierto, que un Senador puede “denunciar” cualquier situación del orden nacional, también es cuestionable que el mismo mal que aqueja a esa ciudad, también lo padece su territorio de donde es y donde dice sentirse orgulloso ser; ¿y entonces?.
De Marcos Daniel Pineda no se puede esperar coherencia política, sino un revanchismo a su favor disfrazado de oportunismo político.
