El presidente Joe Biden no ocultó su satisfacción por poner en marcha las dosis de refuerzo que su Gobierno ha defendido pese a las reticencias iniciales de la comunidad científica y las críticas de otros países por el acceso a las vacunas.

Estados Unidos empezará ya a administrar dosis de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19 para varios colectivos -mayores, vulnerables y trabajadores en situación de riesgo- pero sigue teniendo muchos problemas para contener la pandemia, porque un 25% de su población se resiste a inmunizarse.

Los mayores de 65 años, los adultos con enfermedades como la diabetes o la obesidad y los trabajadores con riesgo de contagio como sanitarios, profesores o empleados de tiendas de alimentación serán los primeros en poder acceder a una tercera dosis de la vacuna, aunque sólo en el caso de tener puesta la de Pfizer, la primera en recibir la aprobación para el refuerzo.

El principal epidemiólogo del Gobierno, Anthony Fauci, dijo que hay que esperar a contar con todos los estudios pertinentes de Moderna y J&J sobre una tercera dosis.

Además, tendrán que haber pasado seis meses desde que recibieron la segunda inoculación de Pfizer para que puedan ponerse la tercera, lo que implica que son ya veinte los millones de personas que pueden, desde este momento, recurrir al refuerzo.

Todos estos detalles los dio esta mañana el presidente estadounidense, Joe Biden, en un discurso en la Casa Blanca en el que recalcó que el Gobierno se ha guiado por los expertos y la comunidad médica para decidir estos refuerzos. Aunque lo cierto es que la administración ha ido más allá al incluir a los trabajadores considerados de riesgo en este primer grupo.

La directora de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), Rochelle Walensky, tomó la decisión de incluir a estos trabajadores, pese a que el consejo de expertos de este organismo no lo recomendó.

Crisis de los no vacunados

En la rueda de prensa del equipo de respuesta a la pandemia del Gobierno, Walensky defendió su decisión, por entender que tiene que garantizar la mayor protección posible para los “héroes de cada día” que por su trabajo -ya sea en los hospitales, colegios o servicios de emergencia- afrontan la “mayor incertidumbre” y el mayor riesgo de exponerse al virus.

Pero también reconoció que se ha tomado esta decisión por otras razones, como evitar que la pandemia siga afectando sobremanera a minorías raciales sobre las que ya ha tenido un impacto “desproporcionado”.

Recordó que muchos de los trabajadores a los que se va a otorgar la posibilidad de refuerzo pertenecen a esas minorías.

Aunque tanto Biden como sus expertos pusieron en valor el hecho de que tres cuartas partes de la población con posibilidad de vacunarse tiene al menos una dosis, también reconocieron el daño que supone contar aún con un 25% de estadounidenses que, pudiendo vacunarse, no lo han hecho.

Son 70 millones de personas, algo “totalmente inaceptable” según el presidente, que insistió en que ésta es ya sólo la pandemia de los no vacunados y advirtió de que seguirá promoviendo siempre que pueda el requerimiento de vacunarse para determinados colectivos, como hizo con los trabajadores federales o con todo el personal militar.

“No permitan que esto se convierta en su tragedia, vacúnense”, insistió Biden.

En cualquier caso, el presidente no ocultó su satisfacción por poner en marcha esta nueva etapa con las dosis de refuerzo que su Gobierno ha venido defendiendo pese a las reticencias iniciales de la comunidad científica y las críticas de otros países, que consideran que antes de comenzar con las terceras dosis hay que garantizar que la vacuna llegue a la mayor cantidad de población en el planeta.

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