El banderazo de salida del Mundial de 2022 se dará entre los que son, en teoría, las dos selecciones más débiles del grupo A, la anfitriona y una Ecuador que regresa tras una edición de ausencia.

El balón tomará la palabra en el momento en el que el colegiado italiano Daniele Orsato dé la orden de salida en el estadio Al Bayt y las 60.000 gargantas comiencen a alentar a los futbolistas, un grito con el que se espera acallar las críticas que hasta ahora rodean al Mundial.

Catar entero sueña con ello, con que el juego cobre protagonismo y queden atrás las denuncias, las sospechas, los entresijos de un país que, sin tradición de fútbol, obtuvo la organización de un Mundial y, con ello, toneladas de críticas.

Su equipo, el tercero de peor ránking que comparece en este Mundial, 50 de la FIFA, solo mejor que Arabia Saudí (51) y Ghana (61), afronta su primera participación. Lo hace ante una selección con ilusión recobrada, la gran sorpresa de la clasificación sudamericana. Será, además, una confrontación de estilos, el bloque sólido de Ecuador, el fútbol ofensivo que propone Catar.

El duelo aparece, sobre el papel, como el que mide a las dos teóricas cenicientas del grupo, en el que también figuran Países Bajos y Senegal, pero también dos combinados que, por razones diferentes, cubrirán con ilusión sus lagunas futbolísticas.

“Ecuador es el favorito de este duelo”

El seleccionador español de Catar, Félix Sánchez, admitió que Ecuador “es favorito” en el encuentro que enfrente a ambos combinados. “Por la manera espectacular como se clasificaron en la zona sudamericana (donde terminó cuarta, tras Brasil, Argentina y Uruguay), que para mí es la más difícil de todas, compitiendo contra todos sus rivales, tanto en casa como fuera, y por la calidad y experiencia de sus jugadores, tenemos que darles el papel de favorito”, declaró el técnico en la conferencia de prensa oficial previa al duelo.

Ecuador, que afronta su cuarto Mundial, busca superar su techo. La fortaleza creada por el argentino Gustavo Alfaro, la única que fue capaz de rivalizar con Argentina y Brasil (contra quienes firmó sendos empates en las eliminatorias sudamericanas), quiere superar por segunda vez la fase de grupos, después de que lo hiciera en Alemania 2006 y, entonces, empezar a soñar con algo más. Ese es el contrato moral que el preparador se fijó con una selección.

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